Pero si cambiamos nuestros pensamientos hacia la seguridad, la fe, la confianza y el amor, esta energía crecerá y se hará fuerte regresando a nosotros y transformando nuestra vida; en una vida llena de armonía, confianza y felicidad. Ésta es la verdadera transmutación, cambiar los pensamientos y sentimientos negativos en positivos, antes de que nos causen daño.

La mente está dominada por el razonamiento que nos dice qué podemos o no podemos ser, hacer o tener. Tu realidad es el reflejo que crea tu mente, sean deseos o temores, es decir, el reflejo de la imagen que tienes en el subconsciente y en la consciencia, la subconsciencia es donde están los pensamientos y la consciencia es la voluntad, por eso hay que pulir los pensamientos y hacer dominar los positivos que conducen al bien en nuestras vidas, ocurre por la ley de atracción y la ley de acción y reacción. 

La materia es el mundo físico, que nos muestra los resultados de lo que guardamos en la mente. La mayoría de los médicos tratan solo el aspecto físico (cuerpo). Nuestras enfermedades son consecuencia principalmente de una mala alimentación, mal manejo de las emociones-mente y déficit de ejercicio físico, que debilitan nuestro maravilloso sistema inmunológico. Solo un porcentaje bajo de enfermedades son genéticas. Por ello, tenemos que aprender a nutrir el cuerpo, no solo con una correcta alimentación, sino también con una mente limpia y un espíritu puro.

El espíritu es el dominio más profundo, el campo de la potencialidad pura, el lugar de nuestra interconectividad con la mente infinita del universo. Un ser espiritual es una entidad que posee conciencia, creatividad y personalidad. El conocimiento espiritual es el alimento del alma, del ser. No es como la gente común piensa que es, no tiene por qué ser algo místico, con ritos, cánticos, devoción, ensimismamiento, contemplación. Para ser espiritual no necesariamente hay que estar o elegir una religión. La espiritualidad es la esencia de lo correcto, moral, ético, valores, principios, acciones, obras, pensamientos positivos, virtudes, méritos y cualidades que deben funcionar en nuestra vida en forma "automática" (lo más importante!). De esta manera, todos seremos personas de bien, porque llevaremos en la esencia la energía positiva correctamente grabada y ésta la legarán en las próximas generaciones. Dentro de cada uno de nosotros se encuentra el origen de todos nuestros sufrimientos, de todas nuestras frustraciones, de todo nuestro "mal" u oscuridad y solo nosotros mismos tenemos la oportunidad extraordinaria de liberarnos de esas sombras que habitan desde hace mucho tiempo en nuestro interior. Cuando comencemos a conocernos en verdad, estaremos transitando por el camino de la espiritualidad.

La atención plena es tomar conciencia de lo que se dice, lo que se piensa y lo que se hace; saber por qué haces las cosas, y especialmente, ser responsable de las consecuencias de tus actos.

Los lazos de amistad se potencian recíprocamente. La realidad de la amistad es dual, se basa en la mutua confianza. La amistad necesita crecer mutuamente y descubrir en ella sus valores y también sus deficiencias. La amistad no origina simpatía hacia la persona sino empatía: capacidad para comprender y para compartir alegrías y tristezas. En la amistad buscamos la ayuda incondicional, nos apoyamos con los amigos para pasar mejor las tristezas, duplicar las alegrías y dividir las angustias.

El buen amigo no anula al otro sino que lo potencia, es su compañero y un facilitador de sus muchas posibilidades. Sufre cuando tu sufres y se alegra cuando tu te alegras. No es envidioso, ni prepotente ni se aprovecha de ti. La amistad no se impone, ni se programa, como todo en la vida requiere de un esfuerzo para conseguirlo y lo más importante es poner los medios para lograrlo y mantenerlo. La amistad abarca la lealtad y confidencialidad. La sinceridad, la generosidad, la comprensión, el afecto mutuo son pilares fundamentales sobre los que se construye una amistad.